Yitzjak Navon

Visión y valores

Ojalá construyamos una sociedad compasiva, que ponga fin a la plaga de la pobreza, la violencia, el extremismo político y a la polarización social. Una sociedad de calidad y moral, que sea una fuente de orgullo para nosotros, que suscite respeto entre las naciones del mundo y la identificación de los judíos en la diáspora con el estado de Israel, acelerando su retorno a nuestra tierra, y por encima de todo, un liderazgo que anhela la paz de todo corazón.

Yitzjak Navon | 22 de julio de 2011

Cohesión social

«Nuestra capacidad de mantener un diálogo entre las diversas partes fijará nuestra fuerza interior y el grado en que podremos ser llamados un solo pueblo».

(Del artículo de Itzjak Navon «De lo que nos separa y de lo que nos une», «Israel 2000»)

A ojos de muchos, Yitzjak Navon es una figura que refleja la cohesión del pueblo. Su ambición de acercar los corazones se desliza cuál hilo conductor en cada uno de los papeles que desempeñó. En todo el amplio abanico de sus actividades siempre se guiaba por un objetivo central: obtener un solo pueblo unificado juntando todas las ramas que se habían reagrupado en su patria, así como derribar las barreras entre personas, entre comunidades.

El presidente Yitzjak Navon se reune con los socios de "la casa abierta" en la residencia presidencial en Jerusalén, 1979

Fotografía: Janania Harmann, Archivo Periodístico Gubernamental.

Educación y Formación

«Vivimos en un país lleno de gracia, bueno y extenso, aunque no fuimos bendecidos con riquezas, minerales o bienes. Nuestro tesoro más preciado es el hombre. Y ese hombre, desde la lactancia hasta la vejez, hay que cuidarlo con todas nuestras fuerzas, invertir en él todo nuestro corazón y pensamientos, hasta que agote todo el potencial en él albergado, y aún más». (Extraído del discurso de Yitzjak Navon asumiendo su mandato como ministro de cultura el 16/9/1984)

Desde su convicción que el conocimiento y la enseñanza de la lengua hebrea son la espina dorsal de la convivencia entre las comunidades de Israel, Navon promovió la operación «Erradicación de la ignorancia», asumiendo su capitanía. En esta operación, emprendida en el departamento cultural del Ministerio de Cultura, reclutó profesoras-soldado que se ocuparon de la enseñanza de adultos en las poblaciones rurales, las ciudades en desarrollo y las barriadas y contribuyó sobremanera no sólo a la promoción de esos núcleos urbanos, sino también al acercamiento entre cientos de muchachas-soldado de todos los extractos sociales y los miles de ciudadanos a los que enseñaron.

Visita del presidente al Barrio Hatikvah de Tel Aviv

Fotografía de Yaakov Saar 4.3.1979

Reducción de las desigualdades sociales

«Le deseo, (declara el primer ministro Menachem Begin), que del mismo modo que Vd. conquistó sus días de grandeza, le sean también concedidos días de pequeñez: viviendas para parejas jóvenes, dificultades de las familias numerosas, la immigración y la integración, la imagen de nuestra sociedad, carecen todas ellas de drama, pero son la espina dorsal de nuestra verdadera fortaleza, y sin pequeñez, no hay grandeza.» (Fragmento del discurso del presidente Navon en la ceremonia de recepción del parlamento al presidente del Gobierno Menachem Begin a su regreso de los EE.UU. tras firmar el Acuerdo de Paz con Egipto 29-3-1979)

Siempre estuvo el estado de la sociedad israelí a la cabeza de sus inquietudes: la carestía de la vida, el cuidado de las familias numerosas, la abundante inversión en Educación, y por encima de todo  – la necesidad de reducir las desigualdades entre las distintas culturas y sectores de la población.

Fotografía: Yehuda Eisenstarck. Archivo Periodístico Gubernamental.  1964

Multiculturalidad

«Hay que desarrollar lo original y único de cada sector de la población y de cada comunidad. Sólo a través de la mutua contribución y la puesta en común de todos los grupos, con el tiempo el pueblo escogerá aquello que sea lo apropiado para él.» (Fragmento de un artículo que escribió Yitzjak Navon en el año 1975 «Sobre nuestro estilo de vida»)

Navon creía que una persona debe identificarse con sus raíces y su pasado, conocer esos valores y enorgullecerse de ellos. Fiel a sus percepciones, contribuyó con su talento para los idiomas e introdujo en sus reuniones y discursos modismos, refranes y fábulas en los idiomas de sus interlocutores. Así asombraba a todos hablando en yiddish a judíos del este de Europa, emocionaba a los judíos marroquíes hablando con gracia en dialecto árabe marroquí, o dirigiéndose a los árabes de Israel en árabe fluido, en el dialecto adecuado. Navon actuó incansablemente para aumentar el valor de las culturas y tradiciones que imperaban en los países de origen de los ciudadanos de Israel.

 

El pueblo, en toda su variedad, está bailando

Fotografía: Moshe Milner, Archivo Periodístico Gubernamental.

Coexistencia

«Me parece de interés prioritario que aprendamos a conocernos los unos a los otros, porque el ser humano tiene tendencia a odiar aquello que desconoce. Sin ese conocimiento – faltan los cimientos sobre los que se edifica la confianza, y la confianza es la base imprescindible para la paz.» (Extraído del discurso que pronunció el presidente Yitzjak Navon en la cena ofrecida por el presidente de Egipto, Anwar el-Sadat, El Cairo, 26-10-1980)

Navon aspiraba a la coexistencia entre los ciudadanos de los distintos estratos de Israel. Como presidente, se aseguró de felicitar cada una de las fiestas a los ciudadanos árabes de Israel, dirigiéndose a ellos en perfecto árabe. Durante su mandato como ministro de Educación y Cultura se establecieron programas académicos de estudios del Islam y de lengua árabe, como parte de su percepción de que la lengua es una parte importante de la comprensión del otro, convirtiendo los estudios de lengua árabe en los colegios judíos en asignatura obligatoria, así como estableciendo encuentros entre estudiantes de los diferentes estamentos de la sociedad en el marco del programa de estudios.

El presidente estudiando textos sagrados del Islam en presencia de las autoridades de la ciudad de Táyibe en el transcurso de una de sus visitas, 1980

Fotografía: Yaakov Saar, Archivo Periodístico Gubernamental

Paz

«Estamos en una época crucial. La historia, por naturaleza, no es estática sino constantemente cambiante. Me invade la esperanza de que esos cambios también se produzcan en el marco de las relaciones con nuestros vecinos y caminemos todos por la senda de la paz.» (Yitzjak Navon, 7 de octubre de 2001)

Navon luchó por la paz y la coexistencia no sólo entre los integrantes de la sociedad israelí, sino también con nuestros vecinos. Siempre creyó que con un liderazgo equilibrado y valiente en ambas partes, se puede lograr la paz aún con quiénes hoy se consideran enemigos.  Anhelaba una paz verdadera en la convicción de que consiguiendo un acuerdo de paz se influiría en todos los cauces de la vida en el país, en la economía y el bienestar, en la asignación de recursos para Educación, en la immigración y en nuestro papel internacional.

Visita del presidente Yitzjak Navon a Egipto. 1980

Fotografía: Yaakov Saar , Archivo periodístico gubernamental.

Una sociedad ejemplar y una luz para los pueblos.

«Numerosas generaciones nos contemplan, a nosotros y nuestros actos… Hemos de ser dignos de ellas, renovarnos y adoptar toda la fuerza de nuestra alma con el objeto de convertir a nuestro país en ejemplar y glorioso, por las generaciones venideras y para que éstas lo recuerden.» (Del discurso de inauguración de su presidencia en la Casa Presidencial 29-5-1978)

Yitzjak Navon no se refirió jamás a la expresión «Luz para los pueblos» como una máxima, sino que repetía insaciablemente que debíamos salvaguardar nuestras relaciones con todos los pueblos del mundo y nuestro puesto en la historia como un pueblo que ha dejado huella en la historia de la Humanidad. Asímismo, afirmaba que una sociedad destacada y un pueblo notable no son simplemente deseos o frutos de la materialización de una profecía, sino la necesidad real y lógica.

Navon anhelaba para Israel el advenimiento de una sociedad cuyos valores favorecieran la inmigración proveniente del mundo entero. Navon creía que hay que proveer al pueblo con una visión clara, suministrándole desafíos, pero tambien esperanzas.

Adolescentes israelíes en la Marcha de la Vida en Polonia.

Fotografía: Moshe Milner, Agencia Periodística Gubernamental

La relación con el judaismo en la diáspora

«Es nuestro deber salvaguardar, sin cejar en el empeño, nuestras relaciones con todos los pueblos del mundo y nuestro puesto histórico como pueblo que ha dejado su huella en la cultura humana.» (Yitzjak Navon «Todo el camino», Ediciones Keter, 2015)

Navon hizo hincapié en la necesidad de la asociación y la identificación mutua de los judíos de Israel y los judíos de la diáspora.  En el XXVIIIº Congreso Sionista, en el año 1972, fue votado  para el puesto de presidente del Comité Obrero Sionista Internacional. En ese puesto y en cada etapa de su vida, procuró dirigirse a las comunidades judías por todo el mundo, enfatizando ante ellas una y otra vez, la necesidad de la emigración judía a Israel, la importancia de la educación judía y en el contexto de ambas, los peligros de la asimilación.

Chaim Zach. Archivo Periodístico Gubernamental

Judaísmo sefardί

«Mi alma se prendó de la cultura del judaísmo sefardí. Esta cultura, su poesía, su literatura y su espíritu, me acompañaron por doquier que fuera… Tuve el privilegio de formar parte del encendido de una vela del recuerdo por sus gentes, sus sabios y sus poetas.»

La cultura de los judíos sefardíes fue parte integral de la vida y la personalidad de Yitzjak Navon. Él creció en la lengua ladina, en la esencia de las familias sefardíes de Jerusalén, observando las siguientes características en su cultura: la mezcla de la Fe y la Ciencia; la tolerancia, la elección del camino de en medio y el amor por la Biblia, el hebreo y la tierra de Israel. Esas características, que se entrelazan en el artículo que escribió sobre las pautas de la imagen del  judaísmo sefardí, en el espectáculo Romancero Sefardí, en la comedia Bustan sefardí y en la serie de televisión Jerusalén que estaba en España. En la serie, que fue producida en 1992, Yitzjak Navon jugó un papel primordial, que mostraba, entre otras cosas, un viaje personal hacia las raíces de las cuáles había mamado este amor.

Foto de la portada de "Jerusalén que estaba en España" - serie documental para la televisión en ocho partes.

Fotografía: Archivo Navon

Cultura y Arte

¿Cómo se otorga Cultura a los alumnos?  En el transcurso de mis funciones (…). Lancé la inciativa que llamamos «cesta de cultura». Establecimos que cada alumno en el sistema sería expuesto durante el año escolar a siete eventos dentro del campo de la cultura: una función teatral, danza, cine de calidad, música, pintura, escultura, etc. Nuestra esperanza consistía en (…) que el alumno acumulase un bagaje cultural decente (Todo el camino, página 389)

Su aprecio e inclinación personal por la Cultura y las Artes, fueron expresadas durante el desempeño de sus múltiples funciones  y tenían para él un gran valor. En el marco de sus esfuerzos por reducir las desigualdades en la sociedad, Navon estableció que la Cultura y las Artes fueran patrimonio de todos los ciudadanos de Israel independientemente de su estatus socio-económico o su lugar de residencia. Así inició el proyecto «cesta de cultura» para dotar de un bagaje cultural y artístico a todos los alumnos del sistema educativo del país mediante la exposición de estos a eventos culturales variados durante el año escolar. Como personaje público electo, Navon hizo hincapié en la importancia de las instituciones educativas en la difusión cultural y artística, así como en la forja del carácter de la sociedad, y afirmó que «el futuro del país radica en su calidad, y su calidad proviene de su nivel cultural, científico y moral.» Esta percepción fue la que le llevó a ejercer durante múltiples años la presidencia del comité de la Academia de Música y Danza de Jerusalén, posteriormente sirviendo como presidente de honor de la misma institución. También se contaba entre los fundadores de la «Escuela de Cine Sam Spiegel» en Jerusalén

El ministro de Educación en un evento en el centro comunitario Gonenim

Fotografía: Roni Naaman 1988

Creación

La actividad creativa deYitzjak Navon es acorde a su visión del mundo y su aspiración constante de acercar los corazones y mediar entre las distintas comunidades. En cada uno de sus escritos aparece como hilo conductor el anhelo por la unificación de las culturas sin dejar de lado los retos que eso conlleva. Entre sus obras más famosas figuran: Los seís días y las siete puertas; Los rollos de los ancianos del Muro de las Lamentaciones; Romancero sefardí y la comedia Bustan Sefardí.

El amor por el hebreo y el pensamiento judío

«Hemos de educarnos, a nosotros y a nuestros alumnos, a pensar directa y precisamente, en debates y discusiones, escuchándonos los unos a los otros, expresando plenamente nuestros pensamientos, usando un vocabulario rico, ya sea por escrito u oralmente.» (De un discurso de Yitzjak Navon en el parlamento, siendo ministro de Educación y Cultura 26-3-1986)

Yitzjak Navon veía en el resurrección de la lengua hebrea uno de las mayores maravillas que jamás le sucedieran al pueblo de Israel como nación. En el desempeño de numerosos puestos, sobretodo como ministro de Educación y Cultura, pidió Navon inculcar la fluidez del habla y el modo de expresión. En el pleno del parlamento que celebraba el centenario del renacimiento de la lengua hebrea, dijo: «En lo concerniente a la riqueza de nuestro idioma, veo cuatro principales agravios: La degradación del habla, escasez de la expresión, invasión descontrolada de términos extranjeros, y la pronunciación castrada de las letras de su alfabeto.»

A Navon le dolía el alejamiento del idioma de su tradición y la liturgia y el trato despectivo de las fuentes. En esta línea, instituyó la obligación de la lectura de libros, así como la memorización de versículos de la Biblia, cantos litúrgicos, versos poéticos, literatura antigua y moderna de diferentes épocas.

Fotografía: Archivo Periodístico Gubernamental. Nissim Cobo 4-6-1978